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martes, 27 de septiembre de 2011



ANTIGUO GRABADO ASIRIO 350 a.C








MOLOSOS DE ROMA

Existe una larga tradición, milenaria, que aún se mantiene en ciertas regiones, del uso del mastín. Quizá se haya escrito más y se hayan engendrado más leyendas de mastines que de ningún otro grupo de razas caninas en el mundo.


El poeta romano Publio Virgilio escribía antes de Cristo, en sus poemas que exaltan la vida pastoril, que "nunca, estando ellos de guardia, necesitas tener miedo de los ladrones a medianoche, de una manada de lobos o de bandidos ibéricos a tu espalda".

Aquellos perros molosos fueron conocidos por los romanos como Canis molossus, y eran los más fuertes conocidos. Por ello, y dadas las aficiones de los romanos, hubo un tipo de perros molosos que usaron para la guerra y cuyos descendientes conocemos hoy como Molosos de Arena (porque sus ancestros luchaban en la arena contra gladiadores: Mastiff, Bullmastiff, Mastino Napolitano, Dogo de Burdeos, Tosa Inu,...). El otro tipo de molosos, los que hoy conocemos como Molosos de Montaña, son de los que estoy tratando y que siguieron hasta hoy usándose como perros de protección de los rebaños y son todos perros grandes, muy poderosos y conscientes de ello, y preparados para soportar las condiciones climáticas extremas de la montaña. Su origen parece estar en los antiquísimos mastines del Tíbet.

Hace siglos , sobre las mesetas del Himalaya, a guardia de los monasterios, vivió un moloso de gran talla, de la gran cabeza, de la gran potencia y de la larga cola retorcida sobre la grupa: fue el legendario Mastín del Tibet, criado por los Monjes budistas. Los que han tenido la suerte de lo haber visto, lo han descrito increíblemente como un perro de talla realmente enorme, más parecido a un león que a un perro por mole. El mismo Marco Polo que muchos siglos después los vio, quedó pasmado. Algunos estudiosos piensan que pueda ser nacida justo de este animal la famosa leyenda del Jeti, el hombre de las nieves. Ha sido un perro, desaparecido en el pasado, que pero ha dejado su huella genética, siendo considerado a todos los efectos, el antepasado de los grandes perros de montaña y además ascendente directo del moloso asirio-babilón, del que tenemos muchas representaciones en antiguos dibujos y documentos, como por ejemplo el famoso Situla de Nabeth.
A su vez este último fue el antepasado directo de los más potentes perros de guerra del mundo, los Molosos de la Macedonia que fueron utilizados reales máquinas bélicas en las más grandes y desoladoras guerras de aquellos tiempos como en aquel territorio. Estos estupendos animales fueron conducidos en la gran ciudad de Roma, dónde serán adiestrados al combate y a los juegos en las arenas, en los que fueron desarrolladas casi siempre innumerables exhibiciones y combates despiadados contra hombres y bestias feroces. Los perros de Roma, en el curso de los siglos, se cruzaron sea con los perros de los celtas del Norte, llegan a Roma por las victorias de Cesare sobre los Gallos, sea con los Molosos del Epiro, llegados por los varios cambios comerciales con las flotas fenicee del Sur del Mar Mediterráneo. En los siglos siguientes estos molosos fueron criados principalmente en el Sur de nuestra península, porque fue justo en esta zona, sobre todo en la parte considerada la actual Región Campania que tuvieron lugar las grandes escuelas de Gladiadores como aquel de Capua. Los varios dominós que se sucedieron en Sur-Italia han sido todo significativos por la raza; por ejemplo los reales de España llevaron los perros de los "conquistadores" que fueron caracterizados de grandes cabezas y de artes cortos, fueron llamados "perro por toma" que sucesivamente fue modificado en "perro y toma", que ha quedado en la jerga partenopea. En sucederse años es atribuido a esta raza el nombre "Mastín" que deriva de "massatinus" o sea guarda de la granja. Al principio del XX sec. esta raza es utilizada esencialmente para vigilar los cortijos en el interior partenopeo. Durante la primera guerra mundial literalmente es diezmado y sólo sobreviven poco ejemplares. Estuvo en el 1946 que un gran personaje de la cinofilia italiana, el Sr Piero Scanziani, escritor de profesión, redescubre este antiguo moloso a Nápoles.
Éste es lo que escribió Scanziani después de haber visto por la primera vez a un Mastín Napolitano



“Lo reconocí al instante: fue uno de los cientos que Paolo Emilio el Macedonico llevó a Roma como trofeo. Fue el gran perro de Epiro, hijo de los asirios, nieto de los tibetanos, fue el Molossus. Gladiador de siglos, me miro imperturbable con ojos para nada hostiles pero no gentiles, mirada que no da y no pregunta: contempla, me obligo a retroceder para admirarlo y recordé un antiguo proverbio Asirio : " El Molosso listo siempre para saltar sin ladrido".
Y así Scanziani logró reengendrar la raza del Mastín Napolitano. Siguieron los primeros pasos en la cinofilia oficial con el exordio a la exposición de Nápoles del 1946 cuando ocho Mastines son presentados, pero con escaso éxito por la falta de homogeneidad del tipo. Sucesivamente la raza toma campo y al grupo inicial de ganaderos partenopeos, se acerca en Toscana, y precisamente en la ciudad de Prado, aquella persona que en los treinta años siguientes se habría convertido en una real leyenda en el ámbito de la cinofilia mundial, Mario Querci, titular de la cría "de Ponzano."
Éste es, contada en resumen, la increíble historia del Moloso italiano que hoy es considerada una de las razas más antiguas al mundo y que en mi opinión debería ser tutelada de la mejor manera considerándola un monumento viviente y parte de nuestra cultura de italianos.

Relato de un pastor

En las serranías andaluzas y extremeñas, en los campos y montes de la Meseta castellana y en las montañas cantábricas, el mastín mesetario, leonés o español ha sido siempre el guardaespaldas de los rebaños. Una raza con diversa tipología, tallada en pos de una función. En ciertas zonas de Salamanca se les conoce desde antaño como "cachorros", y nunca he sabido por qué. "¿De qué raza es?" preguntaba yo de niño. Y me respondían invariablemente los niños de los pastores: "cachorro". "Sí, son cachorros, pero ¿de qué raza?" y volvían a responder: "Son cachorros. De raza cachorros". Muchos años después, cuando fui, ya como profesional, a una finca para ver un mastín que mataba cabras (porque no había sido criado con ellas, evidentemente) y que me quedé, volví de nuevo a escuchar cómo los pastores me decían que tenían más "cachorros" refiriéndose a sus mastines adultos.

Y en la cordillera pirenaica, el mastín pirenaico, que hasta no hace mucho protegía los rebaños del oso en los pastos de altura. En mi época pastoril teníamos al mastín pirenaico para proteger a nuestro gran rebaño de los perros de los excursionistas.

Del lado francés, el gran perro de montaña del Pirineo, del que se decía que, protegido con una carlanca, era tan invulnerable como el oso.

Ambos mastines pirenaicos se usaron quizás en ambas vertientes aunque fueron adoptados por los países en los que eran más comunes. En toda Europa, hacia el norte y hacia el este hasta Asia, existe este tipo de perros protectores de los rebaños.

Su origen parte de las regiones ganaderas asiáticas de las altas montañas. Se sitúa el origen en el Tíbet y, por tanto, en el mastín tibetano.

Desde allí, las migraciones humanas, las trashumancias y, muy especialmente, los romanos, los fueron extendiendo por toda Eurasia. En cada región se iría desarrollando un tipo de perro guardando todos unas similares características. Todos ellos reciben la denominación de Molosos de Montaña por la Federación Cinológica Internacional.

Los molosos son casi todos perros muy grandes, muy poderosos, y siempre de cabeza proporcionalmente masiva. La denominación proviene de Molosia. Los molosos eran una tribu griega que tenían unos perros enormes para proteger sus rebaños. (seguramente provenientes de aquellos mastines del Tíbet).

Joaquin Gonzalez de la Fuente ( historiador de razas superiores)